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17-03-2010 |
Rafael Correa y la transición
La República
El martes 2 de marzo la Intendencia Municipal de Montevideo entregó “las llaves de la Ciudad” al Presidente ecuatoriano Ec. Rafael Correa, quien dictó -en un Paraninfo rebosante de público- una conferencia sobre “La crisis económica mundial y el cambio progresista en América Latina” de la que subrayamos tres conceptos fundamentales: la crisis del sistema capitalista, la construcción del socialismo del siglo XXI y la búsqueda de la integración latinoamericana.
Planteó que la crisis del sistema capitalista es estructural, es crisis de la acumulación sistémica, fruto de las debilidades del Estado frente al mercado. Empezó por los 70 y no se detiene. Frente a ella el neoliberalismo fue una orientación exitosa. Hoy ya no lo es. Pero la izquierda, no debe remendar al sistema ni tampoco aplicar una política económica ortodoxa como la de la Concertación chilena, pues el mero crecimiento económico no redistribuye la riqueza.
Se han generalizado inexactitudes. Se dice que no hay que subsidiar, pero el neoliberalismo subsidió siempre en beneficio de los ricos. Se afirma que no debe haber déficit fiscal, cuando a veces lo adecuado es el déficit, pues no debe cometerse el error de quien para ahorrar no lleva al enfermo al médico y muere; al contrario, los países que enfrentaron mejor la crisis fueron los que no disminuyeron el gasto (Bolivia, Ecuador, Uruguay). Se argumenta que el libre comercio beneficia a todos, cuando los países más afectados son los que tienen tratados de libre comercio; en cambio, Ecuador aplica la “sustitución selectiva de importaciones”. Se asusta con que si no se paga la deuda externa vendrán graves males, pero Ecuador no pagó, bajaron los valores de los bonos y renegoció el 95% de la deuda reduciéndola al 32%, ahorrando un millón de dólares diarios.
El “socialismo del siglo XXI” es la respuesta al neoliberalismo. Tal socialismo está en construcción, por lo que deben condenarse las formulaciones dogmáticas. El mayor peligro es la izquierda infantil, que sostiene que o cambia todo o no cambia nada, y el indigenismo estrecho.
Para cambiar al sistema, deben modificarse las relaciones de poder. El gobierno es parte del poder, pero el poder es detentado por diversas entidades, entre ellas los medios masivos de comunicación. Denuncia también la privatización de la enseñanza superior, que ha convertido a las universidades privadas ecuatorianas en centros partidarios de poder reaccionario. Estima que cambiar las relaciones de poder significa transitar del Estado burgués a otro popular. Y este socialismo no puede realizarse a espaldas de los pueblos . Otorga –como el socialismo clásico del siglo pasado- supremacía al trabajo sobre el capital y a la acción colectiva, defiende al Estado en contra de los supuestos de la izquierda posmoderna, pero dicha defensa del Estado no es sinónimo de estatismo porque el sector público es el principal pero no el único dinamizador de la economía.
Juzga que el gran error del socialismo clásico ha sido su visión parcial, obsesionado por aumentar la productividad y el crecimiento de la economía. El gran desafío del socialismo actual es crear una concepción del desarrollo en armonía con la naturaleza y con los diferencias étnicas, de género, culturales, etc. Ecuador se inspira en el concepto de Buen Vivir de las culturas ancestrales, al punto que su Constitución es la primera que concede derechos a la naturaleza.
Nuestros pueblos deben integrarse. Hoy está todo para hacer esa Patria Grande y hacia ella se han dado pasos gigantescos: UNASUR (Unión de las Naciones del Sur) y la recién creada Comunidad Latinoamericana y Caribeña. Si el MERCOSUR y la Comunidad Andina de Naciones no avanzaran desaparecerán y nada sucederá, pues su destino es integrarse en la UNASUR. Pero esa integración debe compatibilizarse con las condiciones específicas de cada país. América Latina va por buen camino, como lo demuestra el Banco del Sur, la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), el sucre concebido como moneda común, etc. Da ejemplos. UNASUR puso los recursos destinados a Haití bajo las directivas del gobierno haitiano; cita el acuerdo Ecuador-Uruguay por el cual aquel envía petróleo para refinar y Uruguay cobra con parte de los productos elaborados, ahorrándose mucho dinero ambas naciones. Vale recordar también el rol de UNASUR en el conflicto fronterizo colombiano-ecuatoriano o la condena del golpismo en Honduras y más recientemente, el apoyo unánime a Argentina sobre las Islas Malvinas del grupo de Río.
Correa también realizó un paralelismo entre el socialismo del siglo XXI y el clásico, señalando los elementos comunes y diferentes entre ellos. Fue una conferencia rica en preguntas, respuestas y reflexiones profundas de un dirigente relevante con solvencia académica.
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